Los Ocultos.
¡Qué hongo, Emprendedores! Recuerdo mi segundo asunto de Fusiones y Adquisiciones como si fuera ayer. Uno de los clientes de la firma donde trabajaba recibió una oferta muy atractiva de una compañía para adquirir una participación considerable en su capital social. En ese entonces, yo era gerente de operaciones y participaba en la mayoría de los asuntos del área corporativa, por ser mi especialidad.
Fui la cabeza del equipo en este proyecto y, como tal, era nuestro primer asunto de Fusiones y Adquisiciones juntos. No obstante, enfrentamos el reto de lleno. Participamos en las negociaciones y diseñamos el plan de trabajo en términos de las resoluciones acordadas en éstas. Nuestra dinámica para dar seguimiento a los avances de cada tarea era a través de juntas semanales (cuando se podía) y pláticas en los pasillos. Consideraba que esto era normal y era la forma correcta de hacerlo. Daba por hecho que mi equipo entendía las responsabilidades a su cargo. No me involucraba con éste de la manera en que debía hacerlo, sobre todo por ser un asunto desconocido para ellos. Entendíamos que, una vez que se asignaba un responsable de cumplir una tarea, esa persona debía cumplir y usábamos un administrador de tareas para registrar esto.
Así transcurrieron las semanas hasta el día anterior del cierre de la operación, cuando teníamos que tener todo preparado. Llegó el momento de organizarnos y me di cuenta que no estábamos listos. Entre esos dos días, dormimos una hora y media y sobrevivimos a base de café, galletas y adrenalina. Durante todo el proceso, mi ánimo y el de mi equipo estaban por los suelos y mi actitud comunicaba frustración y enojo, no confianza. Se cumplió la Ley de Murphy.
Afortunadamente, pudimos concluir la operación de forma satisfactoria para el cliente y recuperar el sueño. Después de unos días, reflexioné y analicé nuestros errores y llegué a la conclusión de que mi falta de involucramiento fue el origen de todos los demás.
Hace algunos meses, mientras caminaba, venía escuchando el audiolibro Creativity, Inc., de Ed Catmull y, dentro de uno de sus capítulos, mencionó el término “the hidden ones”, refiriéndose a aquellas señales dentro de una organización relacionadas con uno o varios problemas causados por errores. De acuerdo con él, si una persona que ocupa una posición de liderazgo no está preparada para desenmascarar a estos “Ocultos” y entender su naturaleza, no podrá liderar. Vaya, si lo dice uno de los fundadores de Pixar Animation Studios, creo que sabe de lo que habla.
Claro, si me pongo a pensar, es posible que una persona ocupe un puesto de “liderazgo” sin que le importe los Ocultos. No obstante, no será realmente un líder (es la famosa comparación entre un líder y un jefe) y le terminará pesando la posición. Los Ocultos comparten el efecto Bola de Nieve. Si no los atiendes a tiempo, en el peor de los casos, pueden crecer al punto de crear un ambiente de trabajo tóxico y poco creativo.
Esta experiencia fue un claro ejemplo de un Oculto mal atendido. Si a ustedes también les ha pasado algo similar o actualmente lo están viviendo, no se preocupen, los Ocultos son parte de la naturaleza humana y estos suceden en todas las organizaciones del mundo (entre más grandes, más complicados). La única forma de enfrentarlos correctamente es asumiendo un verdadero liderazgo, con base en estos principios:
Creer en la misión
Apertura mental
Humildad
Disciplina personal
Responsabilidad extrema
Deseo de construir un equipo
Paciencia
Si les interesa saber más, chequen este ítem mágico que los ayudará a convertirse en verdaderos líderes: https://www.legalbeard.com/blog/mi-manual-de-liderazgo