Chamanes y abogados: Tejiendo las narrativas de la realidad social.
¡Qué hongo, Emprendedores! Una de las figuras históricas más fascinantes es la del chamán. Siempre lo asocié con una persona mística, de mucho conocimiento y con una conexión profunda con la naturaleza. Un día, en una de mis caminatas, venía escuchando el audiolibro Sapiens: A Brief History of Humankind, de Yuval Noah Harari y, en uno de los capítulos, el autor relacionó a los chamanes con los abogados. Antes de esto, no se me hubiera ocurrido asociarlos con los abogados. Decidí investigar más y me encontré con un artículo de María Teresa Sánchez Carmona, de la Universidad de Sevilla, sobre la huella que ha dejado el chamanismo en nuestra historia. Este artículo cambió mi comprensión de lo que es un chamán y por qué ahora veo a los abogados como una especie del chamanismo.
El Chamanismo en la Historia
Los chamanes iniciaron su aprendizaje en un mundo virgen y salvaje que determinaba el orden familiar, social y político de sus comunidades. Su chamanismo era práctico, basado en conocimiento adquirido por la experiencia, y sus ritos estaban diseñados para favorecer nuestra interacción con el entorno natural. Para los primeros chamanes, existían fuerzas invisibles que regían su mundo. Actuaban como mediadores entre el mundo visible y el invisible, utilizando rituales y símbolos aceptados y comprendidos por su comunidad.
Mitos y Rituales
En ese chamanismo, los mitos y rituales eran narrativas poderosas que explicaban el mundo y guiaban el comportamiento de las personas. Estas historias no solo tenían un valor simbólico, sino que también impactaban la vida cotidiana de las comunidades. Nuestra habilidad para creer en esas realidades imaginadas permitió la cooperación flexible y a gran escala, algo que otras especies no pueden hacer. Esto fue crucial para el desarrollo de nuestra especie, ya que facilitó la creación de un marco común de creencias y prácticas en favor de la cohesión social y la solución de conflictos.
Evolución de Roles y Especialización
A medida que las sociedades se volvieron más complejas, especialmente con el surgimiento de la agricultura y las primeras civilizaciones, los roles comenzaron a especializarse. Las funciones que antes eran desempeñadas por una sola persona, como los chamanes, se dividieron entre diferentes especialistas. Con el desarrollo de las primeras ciudades-estado y civilizaciones, surgió la necesidad de implementar sistemas normativos más formales para regular la vida en comunidad. En Mesopotamia, por ejemplo, el Código de Hammurabi es uno de los primeros ejemplos de un conjunto codificado de leyes.
De Chamanes a Abogados
Derivado de esta necesidad, nació la figura del abogado, como especialista en la interpretación y aplicación de estas leyes. Mientras que los chamanes actuaban como mediadores en conflictos y guías espirituales, los abogados se convirtieron en mediadores en disputas legales y administradores de justicia. Al igual que los chamanes, los abogados contamos historias que estructuran la realidad social.
En su libro Sapiens: A Brief History of Humankind, Yuval Noah Harari menciona una frase muy interesante: "Los abogados cuentan historias mucho más extrañas" y explica cómo los humanos han creado y sostenido complejas estructuras sociales y culturales a través de ficciones. Esta frase se refiere a la capacidad de los abogados para construir y mantener estas ficciones, que son fundamentales para la cohesión y el funcionamiento de las sociedades modernas.
La Ficción de la Persona Moral
Una de estas ficciones es la persona moral, una entidad imaginaria que tiene derechos y obligaciones, similar a una persona física. Esta entidad no tiene una existencia física como un árbol o una montaña, sino que se crea por la ley y se sostiene por la creencia colectiva en su existencia y en las reglas que la gobiernan. Los abogados, en este sentido, somos los narradores que crean y mantienen estas ficciones legales. Esto es lo que esta ficción nos ha permitido hacer:
Organizar actividades económicas, sociales y políticas a gran escala para lograr objetivos comunes.
Limitar la responsabilidad de los socios respecto de las obligaciones de la entidad para incentivar a los individuos a invertir y participar en actividades empresariales sin el riesgo de perder sus bienes personales.
Crear y mantener estructuras con vida más larga que sus socios.
Permitir que estas entidades participen plenamente en la vida económica y social, defiendan sus derechos y cumplan con sus obligaciones.
Desarrollar nuestras economías y conocimiento científico y tecnológico.
Es decir, sin esta ficción legal, nuestra vida moderna no existiría.
Conclusión
Los chamanes y los abogados, aunque separados por milenios y contextos culturales, compartimos la habilidad de contar historias que estructuran la realidad social. Los chamanes utilizaban mitos y rituales para guiar a sus comunidades, mientras que los abogados modernos creamos y mantenemos ficciones legales que son fundamentales para la cohesión y el funcionamiento de nuestras sociedades. Sin estas ficciones legales, nuestra vida moderna no sería posible. Así que la próxima vez que pienses en la labor de un abogado, recuerda que, al igual que los chamanes, estamos tejiendo las historias que sostienen nuestra realidad.
Les dejo el enlace al artículo: https://www.legalbeard.com/s/jsaenz-pucara23-3.pdf